En una
reciente investigación realizada por la profesora Pérez Alonso-Geta (2002),
cuyo objetivo es conocer en profundidad los valores y pautas de interacción
familiar de la adolescencia, se constata que el 43% de los padres encuestados
pactan las normas de convivencia con sus hijos, frente al 25% que no lo hace.
Esta situación puede abrir un debate de gran importancia para la educación de los niños puesto que habrá personas que si que estén de acuerdo con pactar con los hijos a la hora de implantar normas para convivir en el hogar y encontraremos a otras que de forma más estricta piensen que este hecho no debería de por así decirlo, negociarse con los más pequeños de la casa.
En la mayoría de los hogares los adolescentes participan en la toma de
decisiones “normativas”. Entre las principales causas de conflicto en la
interacción padres-hijos, se destacan la falta de esfuerzo e interés en los
estudios o en el trabajo (55,5%); le siguen las malas contestaciones, salidas
de tono, tacos (54,9%); ocupan el tercer lugar las salidas, horas de llegada
(37,8%), seguido de la falta de colaboración en las tareas de casa (35,9%) y el
consumo de alcohol o drogas (30,6%).
Con respecto a estas estadísticas podemos ver como aquellos niños los cuales sus padres pactan con ellos las normas de convivencia , tienen un comportamiento fuera de lugar y de poca educación, por el simple hecho de que se sienten más libres y no respetan a sus padres por sentirse gobernantes de ellos mismos y elegir sus propias normas.
Torío López, S. (2004). Familia, escuela y sociedad. Aula Abierta, 83 (p.43)
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