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Dentro de nuestro tema: Familia, sociedad y educación, vamos a centrarnos concretamente a la familia. A continuación vamos a diferen...

martes, 19 de diciembre de 2017

Implicación de las familias en la escuela

Familia, escuela y comunidad son tres esferas que, de acuerdo con la propuesta de Epstein (2001), según el grado en que se «compartan intersecciones» y se solapen tendrán sus efectos en la educación de los alumnos. La colaboración entre estos agentes educativos es un factor clave en la mejora de la educación. Pero el grado de conexión entre estos tres mundos depende de las actitudes, prácticas e interacciones, en muchos casos sobredeterminadas por la historia anterior. La situación sociocultural y las políticas y prácticas anteriores condicionan el grado de implicación y la forma y tipos de relación; por su parte, más internamente, las líneas de comunicación individuales e institucionales especifican cómo y dónde tienen lugar las interacciones entre escuela, familias y entorno.

Epstein (2001; Sanders y Epstein, 1998), basándose en la teoría de solapamiento entre esferas de influencia, identificó seis tipos de implicación de la escuela-familia-comunidad que son importantes para el aprendizaje de los alumnos y para hacer más efectiva la relación entre escuelas y familias: 

• Ejercer como padres: ayudar a todas las familias a establecer un entorno en casa que apoye a los niños como alumnos y contribuya a las escuelas a comprender a las familias. 
• Comunicación: diseñar y realizar formas efectivas de doble comunicación (familia-escuela) sobre las enseñanzas de la escuela y el progreso de los alumnos
• Voluntariado: los padres son bienvenidos a la escuela para organizar ayuda y apoyo en el aula, el centro y las actividades de los alumnos. 
• Aprendizaje en casa: proveer información, sugerencias y oportunidades a las familias acerca de cómo ayudar a sus hijos en casa, en el trabajo escolar. • Toma de decisiones: participación de los padres en los órganos de gobierno de la escuela. 
• Colaborar con la comunidad: identificar e integrar recursos y servicios de la comunidad para apoyar a las escuelas, a los alumnos y a sus familias, así como de estos a la comunidad. 




Las estrategias para incrementar la implicación de las familias se pueden clasificar en dos grandes grupos (Hoover-Dempsey et al., 2005): 

• Estrategias para incrementar las capacidades del centro escolar para implicar a las familias: crear condiciones para un clima escolar dinámico e interactivo con los padres y madres. El equipo directivo puede adoptar un conjunto de medidas para apoyar la participación y las relaciones entre profesorado y familias, favoreciendo la creación de confianza. A su vez, se puede capacitar al profesorado para establecer relaciones positivas y continuas con las familias. 

• Estrategias para capacitar a los padres a involucrarse efectivamente: apoyo explícito de la escuela para que los padres construyan un papel activo, un sentido positivo de eficacia y una percepción de que la escuela y el profesorado quieren su participación. Ofrecer sugerencias específicas de lo que pueden hacer y hacerlos conscientes del relevante papel que tienen en el aprendizaje exitoso de sus hijos.

Bolívar, A. (2006). Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común. Revista de educación339(2006), 119-146.

Participación de los padres de alumnos de educación primaria en las actividades académicas de sus hijos  

El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE, 2003), sostiene que para la mejora de la calidad de la educación es indispensable lograr una interacción efectiva entre los padres de familia y los docentes y en general, entre todos los sectores de la sociedad. Este organismo incluye, entre sus indicadores presentes y próximos para evaluar la calidad del sistema educativo, los siguientes aspectos relacionados con la familia: índice de equipamiento básico en el hogar, índice de hacinamiento en los hogares, índice de acceso a medios de comunicación en los hogares, escolaridad de los padres, porcentaje de alumnos cuyos padres tienen expectativas de educación media superior o más, porcentaje de padres que tienen el hábito de la lectura, índice de participación de los padres y porcentaje de padres que participan en reuniones de padres de familia en la escuela.
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Miranda (1995) comenta que la participación de los padres se puede evaluar a través de dos aspectos: uno relativo a la información de los mismos acerca de la escuela y el otro referido a su intervención en las actividades de la misma, y sostiene que la información de los padres sobre lo que acontece en la escuela, les facilita una mayor participación en las actividades escolares de los hijos.

Machen, Wilson y Notar (2005), mostraron que la participación de los padres puede ayudar a mejorar la calidad de los sistemas escolares públicos y que unos padres participativos pueden brindar un mosaico de oportunidades para que sus hijos tengan éxito en su tránsito por la escuela. Según estos autores, en los sistemas educativos de muchos países ha cobrado importancia favorecer la colaboración entre los padres y las escuelas. Por su parte, López y Tedesco (2002), afirman que la familia debe garantizar condiciones económicas que permitan a los niños asistir diariamente a las clases y también debe prepararlos desde su nacimiento para que sean capaces de participar activamente en la escuela y aprender. Dicha preparación, presupone la existencia de una variedad de recursos por parte de la familia, entre los que destacan los recursos económicos, la disponibilidad de tiempo para supervisar el estudio de los hijos, su capacidad para promover la participación de estos en actividades culturales y su capacidad para brindar afecto y estabilidad.
Lo anterior presupone la facultad de la familia para hacer frente a exigencias tanto materiales como no materiales. En primer lugar, implica poder sostener los crecientes gastos asociados a la educación, al mismo tiempo que se prescinde de los ingresos que los niños o adolescentes aportarían en caso de trabajar. En segundo lugar, implica sostener su motivación respecto al estudio, y mantener condiciones de estabilidad en el funcionamiento del hogar.

Valdés Cuervo, Á. A., Martín Pavón, M. J., & Sánchez Escobedo, P. A. (2009). Participación de los padres de alumnos de educación primaria en las actividades académicas de sus hijos. Revista electrónica de investigación educativa, 11(1), 1-17.

Alianza Familia-Escuela

Alianza Familia-Escuela: Percepciones, Creencias, Expectativas y Aspiraciones de Padres y Profesores de Enseñanza General Básica

Pese al notable consenso entre los educadores, los padres y el público en general que establece que la calidad de la educación se beneficia cuando los padres se dedican más a la educación formal de sus hijos (Epstein, 1995), aun no está claro cómo llevarlo a cabo. Hasta ahora la tendencia mostrada por la escuela asume un tipo de familia ideal, de tipo nuclear, con una adecuada dinámica en torno a la cual basa su demanda y exigencias, con ello desconoce que en las funciones de socialización de los hijos a través de la educación, las familias en condiciones de pobreza enfrentan los conflictos de su vida cotidiana con insuficientes recursos cognitivos, materiales y sociales (Rodrigo & Palacios, 1998). En este mismo sentido, los resultados del Informe PNUD 2000 Chile, muestran que particularmente en los sectores de pobreza se manifiesta un deterioro en la confianza de poder acceder a la educación como mecanismo de movilidad social. Rodrigo y Palacios (1998) señalan al respecto, que ante la ausencia de un futuro colectivo, la familia chilena en condiciones de pobreza enfrenta graves dificultades para estructurar sus propias temporalidades, lo cual tiene un impacto adicional sobre su capacidad para estructurar identidades, proyectos y justificar sacrificios. A ello se añade la inadecuación del sistema escolar por falta de recursos y exceso de demanda y, el bajo nivel de escolaridad de los padres que dificulta el apoyo a los hijos y favorece el fracaso y la deserción.

Una alianza efectiva entre familia y escuela implica una conexión entre un clima escolar - la atmósfera social y educacional de la escuela- positivo y el involucramiento de los padres y familiares en el proceso educativo de los niños (Arón & Milicic, 2004), es en otras palabras, la acción de la escuela como facilitadora de la participación de los padres en el proceso educativo.

El éxito escolar está fuertemente vinculado al rol del entorno familiar a través de los estilos y prácticas parentales, como también de las expectativas, creencias y atribuciones que los padres presentan acerca de los hijos en el ámbito académico. La relación padres e hijos tiene una alta incidencia en el rendimiento académico y en la conducta escolar, pudiendo convertirse en un marcador picológico positivo o negativo en el autoconcepto del niño (Alcalay, Flores, Milicic, Portales &Torretti, 2003). 

Los estudios recientes indican también que los alumnos sobresalen más en sus esfuerzos académicos y tienen actitudes más positivas respecto a la escuela, aspiraciones más altas y otros tipos de comportamientos positivos si tienen padres que se preocupan y les alientan a en su educación formal (Epstein, 1995), como también si estos presentan altas expectativas y aspiraciones sobre su desempeño y resultados en lo académico.


Rivera, M., & Milicic, N. (2006). Alianza familia-escuela: percepciones, creencias, expectativas y aspiraciones de padres y profesores de enseñanza general básica. Psykhe (Santiago), 15(1), 119-135.

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Los beneficios de la relación padres y escuela

 Expertos en la materia explican cómo debe ser este acercamiento y lo que aporta a las familias, colegios y alumnos

Jesús Ruíz y Eugenia del Campo tienen tres hijos en Educación Infantil y Primaria en el colegio Las Tablas Valverde. Consideran que la relación estrecha entre padres y docentes aporta muchas ventajas a la formación y educación de sus hijos. «Mantenemos una comunicación muy fluida con el colegio y asistimos a cinco tutorías al año para ponernos al tanto de los temas académicos, pero también para que nos comenten qué aspectos (como la fuerza de voluntad, la responsabilidad en las tareas, etc.) debemos ayudarles a reforzar», apunta Jesús Ruiz.
Aseguran que los niños tienen, por lo general, un comportamiento distinto en casa que en el colegio, «y el contacto con los profesores facilita a ambas partes una visión más completa de cómo son nuestros hijos y si tienen problemas, será más fácil de solucionar conjuntamente».
Eugenia del Campo añade que la agenda diaria es una herramienta muy útil de información, pero por sí sola no es suficiente. «Colegios y padres debemos ir de la mano para que su formación y educación sea un éxito. De esta forma, el niño no percibe que en casa se hace una cosa y en el colegio otra, sino que todos trabajamos en la misma dirección, lo que les aporta una gran seguridad».


El Apa del colegio también es muy activo y organiza la Escuela de Padres. «Tratan temas que nos preocupan y trabajamos con el método del caso y nos sirve, de paso, para conocer a otros padres —puntualiza Eugenia—. También se realizan actividades lúdicas para que nos involucremos las familias y donde intercambiamos opiniones. Además, en cada curso hay un matrimonio encargado de comunicarse con el resto de padres para cualquier incidencia o cuestión que se quiera abordar».
Para Para Fernando San José, director del  colegio Las Tablas Valverde, las familias tienden a involucrarse más con los colegios porque saben que si lo hacen es una inversión para el futuro de sus hijos. «No entiendo la educación de otra manera. Actuando de este modo todo son beneficios para el niño. Son las dos fuerzas que necesita para crecer academicamente y también en su sociabilidad, en valores, en libertad y en convertirse en un buen ciudadano. Los padres deben confiar en el colegio y estar en contacto siempre».

Concienciar a las familias

Con la misma fuerza con la que se critica el sistema educativo, se trata de concienciar a la sociedad de la importancia de que exista una estrecha relación entre familias y profesores. Sin embargo, muchos padres aún no saben en qué consiste este contacto, cómo llevarlo a cabo y en qué les beneficia.
«Tener información de la marcha de los hijos en clase, no solo desde el punto de vista académico, sino también de su comportamiento, relaciones sociales..., siempre es beneficioso porque percibirán que los padres se interesan por ellos, que trabajan en la misma dirección que en el colegio y harán que estén más involucrados», asegura Nieves Currás, directora del Área de Colegios y Centros de la Fundación Universitaria San Pablo CEU.
Los expertos en educación insisten en que padres y docentes deben ir de la mano para que los hijos no se sientan desorientados y no perciban que en casa se hacen las cosas de una manera y en clase de otra. «Los padres son los primeros educadores de sus hijos y queremos que hagan suya esta responsabilidad. Deben entender que la escuela es una ayuda subsidiaria en esta labor», apunta Antonio Sastre, coordinador de formación integral de los colegios del Regnum Christi en España. «En los centros, además, podemos dar a los padres herramientas muy útiles para la formación afectiva y emocional de sus hijos. El beneficio de ir juntos de la mano es inmediato».

Cuestión de prioridades

Sin embargo, no todos los padres, por cuestión de tiempo, pueden asisitira las reuniones escolares. «Es cuestión de prioridades —apunta Antonio Sastre—. Toda elección conlleva renunciar a algo. En el peor de los casos, las tutorías pueden durar dos horas, dos veces al trimestre, y muchos centros ofrecen la posibilidad de que se realicen en sábado».
Óscar González, director y fundador de la Escuela de Padres con Talento, parte de que «el alejamiento de la familia respecto de la escuela favorece el fracaso escolar». Para que la implicación sea real y efectiva aconseja que los padres conozcan, desde principio de curso, a los profesores de su hijo con el objetivo de formar equipo. De esta forma les será más fácil hacerles llegar sus sugerencias para mejorar las cosas.
Desde los colegios insisten en que los padres deben tener como referencia al tutor. Sin embargo, en muchas ocasiones, los padres prefieren contactar con el director del colegio porque creer les resolverá mejor cualquier cuestión de sus hijos. «Es un error —asegura Currás—. El director no tiene la suficiente información sobre el niño ni el problema que le afecta, simplemente porque no está en contacto con él tantas horas como su tutor».

Distinto comportamiento

Según Currás, los padres se interesan más por acudir a las tutorías cuando los hijos están en Infantil y Primaria. «Animamos a las familias a que se relacionen siempre con los tutores y conozcan el comportamiento de su hijo en clase. Muchos se sorprenden: en casa es un protestón y en clase un bendito».
Lo ideal es que estén al tanto de la dinámica del colegio porque los niños pueden alterar la realidad (no dan la información correcta), y es conveniente que los padres cotejen la información con el tutor.
La agenda por sí sola no es suficiente para un acercamiento al colegio. «La entrevista personal es más importante», apunta Currás. Aún así, recalca la utilidad de herramientas tecnológicas como «el colegio virtual», por el que gracias a internet los padres pueden acceder cada día desde cualquier sitio a contenidos como los deberes e incidencias de sus hijos. Es muy útil para saber qué hacen en cada clase, o si un día el niño está enfermo y no puede acudir, mirar los deberes que debe hacer o cuándo es el próximo examen».
Peraita, L (2014, 3 de marzo).Los beneficios de la relación padres y escuela. ABC

Violencia doméstica extrema y/o crónica

Se producen de manera permanente situaciones de violencia física y / o verbal intensa entre los padres en presencia del niño.Por su parte,el abandono emocional comprendería las siguientes conductas:

 1- Ignorar. Se refiere a los actos de los padres que ignoran los intentos y necesidades del niño de interactuar (ausencia de expresión de afecto, cuidado y amor hacia el niño) y no reflejan ninguna emoción en las interacciones con él. Incluye: Tener desapego y falta total de implicación respecto al niño, bien por incapacidad o por falta de motivación Interactuar sólo cuando es absolutamente necesario. Ausencia total de expresiones de afecto, cuidado y amor hacia el niño.

 2- Rechazo de atención psicológica. Rechazo de los padres a iniciar un tratamiento de algún problema emocional o conductual severo del niño, existiendo acceso a un recurso de tratamiento que ha sido señalado como necesario por profesionales competentes.

 3- Retraso en la atención psicológica. Los padres no proporcionan o buscan ayuda psicológica para resolver una alteración emocional o conductual del niño ante una circunstancia extrema en la que es evidente la necesidad de ayuda profesional (p. ej., depresión severa, intento de suicidio). En cualquiera de los tipos de conducta expuestos, la presencia de maltrato o abandono emocional sólo se señalará si se dan los siguientes dos requisitos de manera simultánea: Su presencia es claramente perceptible.Las conductas de daño emocional se sitúan en el extremo de mayor gravedad, es decir, las conductas son constantes y su intensidad elevada, han provocado o pueden provocar un daño severo en la situación emocional del niño, su desarrollo se encuentra seriamente comprometido, y el niño requiere tratamiento especializado inmediato. 

Arruabarrena, M. I., & De Paul, J. (1996). Maltrato a los niños en la familia: evaluación y tratamiento. Ediciones Pirámide.


Maltrato y abandono emocional

El maltrato emocional se define como la «hostilidad verbal crónica en forma de insulto, desprecio, crítica o amenaza de abandono, y constante bloqueo de las iniciativas de interacción infantiles (desde la evitación hasta el encierro o confinamiento) por parte de cualquier miembro adulto del grupo familiar». El abandono emocional se define como la «falta "persistente'" de respuesta a las señales (llanto, sonrisa), expresiones emocionales y conductas procuradoras de proximidad e interacción iniciadas por el niño y la falta de iniciativa de interacción y contacto,por parte de una figura adulta estable». El maltrato y el abandono de tipo emocional son las formas de maltrato infantil que presentan mayores dificultades para la delimitación de los comportamientos concretos que los compone de los daños en el niño que se consideran indicadores de sus potenciales consecuencias.



Arruabarrena, M. I., & De Paul, J. (1996). Maltrato a los niños en la familia: evaluación y tratamiento. Ediciones Pirámide.

Concepto: Abuso sexual


Abuso sexual Se define como “cualquier clase de contacto sexual con una persona menor de 18 años por parte de un adulto desde una posición de poder o autoridad sobre el niño.” El niño puede ser utilizado para la realización de actos sexuales o como objeto de estimulación sexual. Se pueden expresar en cuatro categorías:

 1. Incesto. Si el contacto físico sexual se realiza por parte de una persona de consanguinidad lineal o por un hermano, tío o sobrino. También se incluye el caso en que el adulto esté cubriendo de manera estable el papel de los padres.

 2. Violación. Cuando la persona adulta es otra cualquiera no señalada en el apartado anterior.

 3. Vejación sexual. Cuando el contacto sexual se realiza por el tocamiento intencionado de zonas erógenas del niño o por forzar, alentar o permitir que éste lo haga en las mismas zonas del adulto.

 4. Abuso sexual sin contacto físico. Se incluirían los casos de seducción verbal explícita de un niño, la exposición de los órganos sexuales con el objeto de obtener gratificación o excitación sexual con ello, y la masturbación o realización intencionada del acto sexual en presencia del niño con el objeto de buscar gratificación sexual. 

Arruabarrena, M. I., & De Paul, J. (1996). Maltrato a los niños en la familia: evaluación y tratamiento. Ediciones Pirámide.

Familia: Actitud ante el rol sexual

Las creencias del hombre y de la mujer en relación a los roles de género influyen decisivamente en el reparto de la responsabilidad del cuidado de los hijos en la familia. No obstante, los estudios realizados en este sentido no dejan de aportar resultados inconsistentes



Deutsch, Lussier y Servis (1993) se basaron en los antedichos modelos explicativos y en analizarlos conjuntamente para determinar las posibles influencias de cada uno de ellos en la implicación de los padreshombres en el trabajo familiar, así como en analizar qué determinantes influyen, por un lado en las tareas domésticas y, por otro en las tareas de cuidado o crianza de los hijos. 
El estudio se llevó a cabo sobre una muestra de 77 parejas que estaban esperando el nacimiento de su primer hijo, y fueron evaluados tres meses antes y después del parto. Las conclusiones a las que llegaron estos autores fueron las siguientes:

 1) El nivel de implicación de los padres-hombres, tanto en las tareas de crianza como en las domésticas, fue menos del que esperaban tener antes del parto.

 2) Los factores de influencia no son los mismos para las tareas domésticas que para las tareas relacionadas con el cuidado de los hijos.

 3) Los factores más influyentes en la implicación de los padres-hombres en el cuidado de los hijos, vienen determinados por el número de horas de trabajo extrafamiliar de la mujer, seguido de la discrepancia de ingresos a favor de la mujer y el grado de feminismo de los hombres.

 4) Los factores que más determinan la implicación de los hombres en las tareas del hogar son las diferencias de ingresos entre la pareja, el prestigio de la profesión de las mujeres, y las características del sistema familiar (la percepción de los hombres del consenso entre la pareja y la percepción de las mujeres de la satisfacción y la cohesión entre la pareja).

 5) Para las mujeres el factor económico es clave con relación a la implicación de sus parejas en el trabajo doméstico, y para el hombre, sus creencias y actitudes acerca de los roles sexuales. 

Maganto, J. M., Etxeberría, J., & Porcel, A. (2010). La corresponsabilidad entre los miembros de la familia, como factor de conciliación. Educatio Siglo XXI28(1), 69-84.

Imágenes: frases y comics
















Participación e implicación de los hijos en el trabajo familiar


El estudio de la participación de los hijos, sus implicaciones, beneficios e influencias ha sido también uno de los focos de interés de los estudios de la corresponsabilidad familiar. Tratamos de descubrir cuáles son las condiciones determinantes de la participación de los hijos en el trabajo familiar y la relación de éstas con los procesos de socialización de los hijos. De la investigación llevada a cabo en el País Vasco por Maganto, Bartau y Etxeberría (2003), se desprenden las siguientes conclusiones. La participación de los hijos en el trabajo familiar, aumenta con la edad. Las tareas en las que más participan los hijos son del tipo de recoger el cuarto, poner la mesa, hacer la cama. Aquellas tareas en las que menos participan son: llevar las cuentas, planchar, lavar y coser. A medida que aumenta la edad de los hijos, disminuye su participación en tareas altruistas (recoger las cosas de los otros…etc.). La justificación que dan los hijos a que sea la mujer la que más participa en el trabajo familiar es que “quieren que la casa esté a su gusto”. Por su parte, se constata que los hijos mayores consideran que la participación de los padres–hombres es insuficiente y que, sin embargo, la contribución de la madre es excesiva. No obstante a cualquier edad, los hijos reconocen que su contribución a las tareas del hogar es importante.



Desde el punto de vista educativo, el fomentar la participación de los hijos en las tareas domésticas es un núcleo de aprendizaje de la responsabilidad y de un valor tan relevante como el compartir, para poder llegar así a mejorar la calidad no sólo del propio trabajo familiar sino La corresponsabilidad entre los miembros de la familia, como factor de conciliación también de las relaciones familiares. Desde este punto de vista se percibe la necesidad de que el trabajo familiar sea un área a trabajar dentro del proceso de socialización de los hijos en la familia. En el citado estudio también se concluye que a mayor nivel educativo entre la pareja, menor es el nivel de participación de los hijos en las tareas del hogar y en cuanto al sexo y la edad de los hijos la participación de las hijas viene siendo mayor que la de los hijos y además estas diferencias van aumentando con la edad. Por lo que respecta al sistema familiar, existe una relación directa entre el grado de participación de los hijos en las tareas del hogar y la cohesión, la expresividad y la organización percibida por los hijos en el clima familiar. En cuanto a la actitud ante el rol sexual, existe una estrecha relación entre la actitud igualitaria de los hijos ante el rol sexual y su grado de participación en el trabajo familiar. 

Maganto, J. M., Etxeberría, J., & Porcel, A. (2010). La corresponsabilidad entre los miembros de la familia, como factor de conciliación. Educatio Siglo XXI28(1), 69-84.

La corresponsabilidad entre los miembros de la familia, como factor de conciliación

El concepto de corresponsabilidad familiar hace referencia a los patrones comportamentales e interaccionales que intervienen en el reparto, la distribución y el consenso en torno a los roles y tareas familiares entre los miembros de la familia y comprende las siguientes dimensiones : 

฀ La percepción de un reparto justo, según el cual los diferentes miembros de la familia perciben que la distribución de las tareas se realiza de forma “justa”. Una asignación de tareas suficientemente distribuida que favorezca el desarrollo potencial de los miembros de la familia. Es importante considerar si se cubren todas las tareas necesarias, si las personas que tienen asignada una tarea poseen las destrezas necesarias para llevarlas a cabo, si el reparto es razonable y si los miembros de la familia están satisfechos con la distribución. Se trata así de evitar la sobrecarga de roles sobre determinados miembros de la familia, que generalmente suele ser la mujer. 

฀ La actuación coordinada, es decir, coordinar o establecer de antemano las tareas entre los miembros de la familia. 

฀ La tercera y última dimensión, supone una asunción de responsabilidad compartida, en la que no se trata de asumir simplemente el trabajo que le pertenece a cada uno sino, también asumir que el trabajo familiar pertenece a todos los miembros de la familia. La corresponsabilidad entre los miembros de la familia no implica únicamente la responsabilidad de realizar la tarea sino también de organizarla y controlarla.




Maganto, J. M., Etxeberría, J., & Porcel, A. (2010). La corresponsabilidad entre los miembros de la familia, como factor de conciliación. Educatio Siglo XXI28(1), 69-84.

Educación familiar.


 
               La familia se encuentra en un proceso de cambio                          constante...                        


        


       
        Algunos rasgos de la familia contemporánea son: tendencia a la familia
        nuclear reducida, dando menor importancia a la familia extensa. Separación
            de la vivienda y el trabajo. La cantidad de niños va disminuyendo, las familias



       reconstituidas después de divorcios van aumentando, el nuevo papel de la mujer y su
       trabajo implica el reestructurar a la familia, etc. hacen muy intensas la carga
       emocional dentro de la familia (Arriagada, 2000; Gervilla, 2003; Murueta y Osorio, 2009).
       
      
           La educación familiar tiene las peculiaridades de informalidad pues se realiza sin
       programas específicos, no se concentra en un horario y su duración es continua en el
       tiempo, se desarrollo durante todo el día en las diferentes fases del ciclo vital de la persona
       y de la familia. El individuo no surge aislado, sino que se va transformando dentro de
       un grupo, que es la familia.
           


       Como no existe un programa concreto hay mucha variabilidad entre familias y dentro de 
       una familia por la gran diversidad de personas que interactúan: padres, hermanos,
       familiares de diferentes edades y sexo etc. La educación de los niños es una tarea
       ardua, compleja, sin descanso para la que los padres no suelen estar preparados.
       Se van sorteando las dificultades de manera algunas veces y otras de acuerdo
       a las experiencias propias de la vida. 
             



             
       La educación familiar requiere de cambios continuo pues el niño va evolucionando a lo
       largo de los años, no es lo mismo interactuar con un bebé que con el niño en edad escolar
       o con el adolescente. No solamente cambia el niño, también los padres se encuentran
       procesos diferentes en cada edad. Todos los personajes importantes en la familia



       tienen características diversas, lo que no siempre lleva a una coherencia en las formas
       de interactuar.
                   
      Vírseda-Heras, J. A., & Rodríguez-Villafuerte, M. Persona, Familia y Educación.                        Alternativas para nuevas prácticas educativas Libro 9. Gestión educativa y docencia, 13.

Relación familia escuela: ¿una cuestión pendiente?

Las relaciones entre las familias y la escuela deben situarse en un contexto histórico e institucional. Más concretamente, se inscriben en la articulación entre dos instituciones, la escuela y la familia, con asimetría de poder y en un contexto social y político que las sitúa en el debate entre intereses públicos y privados. 




Si miramos atrás, la escolarización universal es una invención relativamente reciente y el desarrollo de los sistemas educativos que la hacen posible aún más; por otro lado, en los sistemas educativos con vocación universal no siempre se ha considerado necesaria la implicación de los progenitores en la escuela y, cuando lo es, no se lleva a cabo sin resistencias, como pondrá de manifiesto Mariano Fernández Enguita en el primer texto. De ahí que la relación entre familia y escuela pueda ser vista todavía como una cuestión pendiente. Aunque deben considerarse espacios yuxtapuestos, a menudo lo que se percibe es la separación, la distancia, cuando no el conflicto, entre ambos. Y esto comporta que el territorio de la escuela y el de la familia se vigile, se controle, por la amenaza de invasión o intrusión. Por ello, Dubet afirma que existe una paz armada entre escuela y familia y pone en evidencia, como otros, el uso de vocabulario bélico para referirse a esta relación. Frecuentemente se cree necesario establecer un nuevo contrato entre familias y escuela para reconducir una situación en la que la escuela debe potenciar la implicación, los docentes mantener su derecho a ejercer libremente y los progenitores a defender sus intereses y los de sus hijos. 

Garreta, J. (2007). Relación familia-escuela. Universitat de Lleida.

lunes, 18 de diciembre de 2017

La importancia del interés de los padres en los hijos

Para un niño, es de gran relevancia que sus padres muestren interés en sus actividades tanto de la vida diaria como en las escolares. Al mostrarlo, ayudarás a tus hijos con su autoestima y a tener éxito escolar.
Un padre involucrado con sus hijos es un padre con voz, que puede luchar y desempeñar un papel central para batallar por la educación que necesitan y merecen sus pequeños.
Uno de los grandes problemas hoy en día, es que cada vez se toma menos en cuenta el rol de los padres en la vida familiar, asegura Paloma Valladares Ortiz, psicóloga especialista en Educación.

La escuela es muy importante para la educación de los hijos pero que nada se lograría, sin el apoyo e interés de la familia.
"La escuela sí es la principal fuente de educación en el niño sin embargo, para que esto se dé tiene que estar la familia atrás, porque antes de que vaya el niño la escuela el primer contacto que tiene con el exterior es por medio de la familia".
"Si se pierde esta parte, es cuando el niño puede encontrar muchos problemas sobre todo entre los ocho y los diez años, puede empezar a desarrollar conflictos de identificación y  ya no será tan fácil encontrarse a sí mismo, todo esto por la falta de la autoridad de los padres", dijo.
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Por el contrario, la experta explicó que cuando hay un apoyo familiar en la educación del niño, cuando la familia es la primera que promueve la educación, el niño tiene un auto-concepto mucho más fuerte y la fuerza para desenvolverse por sí mismo.
Recalcó, que es muy importante que la familia apoye a sus hijos tanto el ámbito escolar como en sus relaciones sociales.
"Con el apoyo familiar el niño aprende rutinas y lo que tiene que hacer, que está bien y que está mal y también a convivir con los demás, asunto de suma importancia".

Algunas investigaciones en el tema han demostrado que los niños mejoran en la escuela cuando los padres tienen comunicación frecuente con los maestros y además se involucran en las actividades del colegio.

(2010, 4 de mayo). La importancia del interés de los padres en los hijos. Univisión. Recuperado el 18 de Diciembre de 2017, de https://www.univision.com/noticias/educacion-primaria/la-importancia-del-interes-de-los-padres-en-los-hijos

Los retos de la familia hoy ante la educación de sus hijos: a educar también se aprende.

Uno de los datos que se repite con frecuencia en las investigaciones sobre la implicación de los padres en la educación de los hijos es que existe una correlación positiva entre dicha implicación y el nivel de logro alcanzado en el colegio, de manera que son numerosos los estudios que subrayan la influencia de esta implicación familiar en el rendimiento de los alumnos, llegando a ser superior a la del propio contexto sociocultural. Además, esta correlación que es más alta en lo primeros niveles del sistema educativo, en los estudios longitudinales, se constata que tiende a prolongarse durante la educación secundaria (Eptein, 1991, Keit el al., 1998; Van Voorhis, 2000). Sin embargo, aunque la implicación de los padres puede dar ventaja a algunos estudiantes en el colegio, no todos los padres participan activamente en la educación de sus hijos.

En los resultados de las investigaciones realizadas, hay coincidencia a la hora de señalar que las variables que definen las conductas de implicación de los padres en la educación de sus hijos tienen un mayor poder explicativo que las variables que describen las características de la familia en sí misma (características estructurales, nivel social, nivel cultural, etc.). En todo caso, las variables de tipo estructural sí parece que tienen influencia en la distintas formas en que los padres se implican en la educación de sus hijos y a través de esta implicación en su aprendizaje y rendimiento académico (Patrikakou, 1996; Paulson, 1994; GonzálezPienda , Núñez, González-Pumariega, Älvarez, Roces y García, 2002 a). De manera que la implicación de los padres se utiliza como uno de los factores más fiables a la hora de diagnosticar la trayectoria educativa de un alumno.
La satisfacción familiar con el rendimiento escolar y la valoración del estudio por parte de los padres es la variable que más influye en el rendimiento escolar, explicando el 34,4 % de la varianza; otras variables como la colaboración de la familia con el centro, la valoración positiva de la capacidad y el esfuerzo así como las expectativas familiares sobre el estudio y el futuro de los hijos también presentan correlaciones positivas y significativas con el rendimiento. Sin embargo, el refuerzo familiar del rendimiento, uso de criterios comparativos del rendimiento del hijo con otros compañeros de clase y el control y ayudas familiares en el estudio, según estas investigaciones, presentan una correlación negativa con el rendimiento escolar.

González-Pienda, J. A. (2007). Los retos de la familia hoy ante la educación de sus hijos: a educar también se aprende.

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Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común

 Ni la escuela es el único contexto de educación ni sus profesores y profesoras los únicos agentes, al menos también la familia y los medios de comunicación desempeñan un importante papel educativo. Ante las nuevas formas de socialización y el poder adquirido por estos otros agentes en la conformación de la educación de los alumnos, la acción educativa se ve obligada a establecer de nuevo su papel formativo, dando un nuevo significado a su acción con nuevos modos. Entre ellos, la colaboración con las familias y la inserción con la comunidad se torna imprescindible.

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 Asumir aisladamente la tarea educativa, ante la falta de vínculos de articulación entre familia, escuela y medios de comunicación, es una fuente de tensiones y desmoralización docente. De ahí la necesidad de actuar paralelamente en estos otros campos, para no hacer recaer en la escuela responsabilidades que también están fuera. Y es que demandar nuevos servicios y tareas educativas a la escuela, para no limitarse a nueva retórica, debiera significar asumir una responsabilidad compartida, con la implicación directa de los padres y de la llamada «comunidad educativa». El ámbito afectivo de la familia es el nivel privilegiado para la primera socialización (criterios, actitudes y valores, claridad y constancia en las normas, autocontrol, sentido de responsabilidad, motivación por el estudio, trabajo y esfuerzo personal, equilibrio emocional, desarrollo social, creciente autonomía, etc.). En los primeros años, la familia es un vehículo mediador en la relación del niño con el entorno, jugando un papel clave que incidirá en el desarrollo personal y social. Pero esta institución integradora está hoy puesta en cuestión. Si antes estaba clara la división de funciones («la escuela enseña, la familia educa») hoy la escuela está acumulando ambas funciones y –en determinados contextos– está obligada a asumir la formación en aspectos de socialización primaria. No obstante, paradójicamente, el mayor tiempo de permanencia en el hogar familiar y el retraso de la edad de emancipación (en un alto porcentaje hasta los 30 años), como nos informan los análisis sociológicos (Elzo, 1999), hacen que la familia continúe desempeñando un papel educativo de primer orden.

Bolívar, A. (2006). Familia y escuela: dos mundos llamados a trabajar en común. Revista de educación, 339(2006), 119-146.

¿Crisis en la familia?



La familia, se afirma, puede educar para la convivencia en los grupos primarios, pero es incapaz de hacerlo para la convivencia civil, puesto que no puede ofrecer un marco adecuado de experiencia. «Cuando la familia socializaba, la escuela podía ocuparse de enseñar. Ahora que la familia no cubre plenamente su papel socializador, la escuela no sólo no puede efectuar su tarea específica con la eficacia del pasado, sino que comienza a ser objeto de nuevas demandas para las cuales no está preparada.

La ausencia, casi completa, de normas de convivencia en el interior de la familia, la dificultad en el desempeño de roles estables, la ambigüedad o ausencia de valores que configuren patrones de comportamiento acaban desintegrando toda forma de vida familiar, al menos como, hasta ahora, la hemos entendido. 
Gómez del Castillo Segurado, M. T. (2000). Familia y educación en valores. Aula de Innovación Educativa, 93-94, 45-47.



 

 

Casi 13 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en España

La pobreza golpea a los hogares monoparentales

El 53,3% de los hogares monoparentales con uno o más hijos a cargo están en situación de Arope, cifra que desciende al 28,5% en los hogares con dos adultos y niños a cargo.
La tasa de carencia material severa es de 6,2% para las mujeres, y de 5,3% para los hombres (la media es de 5,8%). Si se observan los componentes de este indicador por sexo, se aprecia que la situación de las mujeres indica niveles de mayor carencia.



La tasa de pobreza de la población extranjera extracomunitaria descendió del 63,9% al 60,10% entre 2015 y 2016. El segundo grupo con la tasa más alta son los residentes de la Unión Europea, cuya tasa ascendió del 40,2% al 47,30%. La población española, que tenía una tasa del 25,5% en 2015, baja al 24,70% en 2016. Es importante señalar que la población extranjera en España no supera el 12% del total por lo que, aunque la incidencia del Arope es alta en estos grupos, este hecho tiene un peso reducido en el promedio general.

Anónimo (2017).Casi 13 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en España. Noticias rtve