La familia sigue
siendo el núcleo fundamental educacional de la sociedad, en la medida que ella
reproduce biológicamente a la especie humana, y en su espacio se desarrolla la
identificación con el grupo social.
La familia es,
singularmente, una institución humana, simultáneamente natural y cultural. En
cuanto institución, determina a las sociedades y a las personas, porque
presenta unas actividades universales (procreación y crianza de los hijos) y unas
acciones cambiantes (económicas, culturales, políticas, religiosas, educativas,
sanitarias, protección de niños, ancianos, enfermos). Desde la época
prehistórica hasta nuestros días han surgido una serie de transformaciones en
la familia las cuales nos señalan que la noción de familia permanece, pero la estructura
ha cambiado de acuerdo al tiempo y a los cambios operados en la sociedad.
Las actividades
humanas educativas se desarrollan dentro de la esfera de lo social, por ello se
afirma que el núcleo familiar es tan indispensable para el desenvolvimiento de
la persona. En la familia se forja el carácter y la personalidad de cada
individuo y no podemos obviar que el ámbito familiar donde cada persona
evoluciona es diferente. El ser humano prehistórico enfrentó cambios ecológicos
que pusieron a prueba su desenvolvimiento y posibilidades de adaptación, al
mismo tiempo que confeccionaba utensilios y armas, lo que significó el progreso
de la inteligencia humana. En el paleolítico inferior, el ser humano era nómada
y se alimentaba de lo que cazaba y
de la recolección.
Desde la última mitad
del siglo XX hasta nuestros días, la familia está viviendo una evolución y unos
cambios sin precedentes. Nadie pone en duda que esta institución social es uno
de los ejes más importantes de la sociedad, a pesar de que en algunos momentos
se haya abogado por su desaparición.
Navas,
J. L. P. (2010). La educación familiar en la familia del pasado, presente y
futuro. Educatio Siglo XXI, 28(1), pp. 17-40
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